17/02/2020

María Belén Candia aprovechó sus conocimientos como profesora de manualidades para generar un ingreso extra para su familia, luego de quedarse sin empleo en la crisis del 2.000. Empezó con trabajos pequeños, levantaba pedidos por la mañana y los confeccionaba durante el día para entregarlos a la mañana siguiente. Ese proceso se volvió una rutina diaria, hasta que le ofrecieron presentar un proyecto para formalizar el emprendimiento y así logró realizar envíos a Europa.


Antes de quedar desocupada, Candia era empleada en una agencia de seguros, de donde la despidieron en el 2000. Por este motivo quiso ejercer la docencia, así se enteró que para registrarse en el Ministerio de Educación precisaba de un título universitario. “Tuve que ir a estudiar en la Facultad de Arte de Oberá, donde dictan la carrera relacionada a mi especialidad. Sin embargo se me complicó, porque tenía dos chicos pequeños y debía atenderlos”, señaló Candia. “Como el sueldo de mi esposo no alcanzaba para cubrir nuestros gastos, comencé a hacer cosas a pedido, por el día del amigo, de la madre y las vendía en el Centro Cívico, oficina por oficina”, recordó.


Una mañana, una joven del Ministerio de Desarrollo Social le propuso presentar un proyecto para el programa Manos a la Obra, vigente en ese momento. “Me aprobaron y con eso pude comprarme las herramientas que tengo hasta el día de hoy. Después me inscribí en el monotributo, mientras que desde el programa me hacían un seguimiento sobre el avance de mi emprendimiento”, indicó Candia. Los fondos que recibió no eran reintegrables, solo tuvo que colaborar con donaciones.


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Red de contactos


Más adelante, María Belén Candia ingresó a la Red de Emprendedores, donde la ayudaron a diseñar la tarjeta de su marca y a seguir capacitándose para mejorar la administración de su emprendimiento. Sus productos, que empezaron a venderse en las oficinas del Centro Cívico, llegaron a tierras europeas, de la mano de una clienta italiana que la visitaba regularmente en la feria, durante el verano.


“Cuando se realiza la muestra de fin de año participa gente de afuera, en una oportunidad una italiana me compró un pesebre. A partir de ahí, todos los años me compra algo, manda a Italia y si gusta, me hacía pedidos más grandes. Llegué a exportar, por tres años seguidos, lotes de 200 pesebres y fue gracias a Hecho en Misiones”, aseguró.


Actualmente el emprendimiento genera los ingresos más importantes para la familia y todos colaboran. “Ahora que mi marido está jubilado, me ayuda más con las artesanías, mi hijo maneja las máquinas más grandes que, como yo soy chiquita, no puedo manipular”, señaló María Belén. De esta manera, mes a mes mantienen sus ingresos económicos.


 


Fuente: Prensa Ministerio de Desarrollo Social de Misiones
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