20/10/2019

A las 7 de la mañana de este domingo, cuando se levantó el toque de queda en Santiago, Concepción y Valparaíso, las calles desiertas revelaban los destrozos que dejaron los manifestantes que desafiaron a las Fuerzas Armadas, en una noche en la que reinó el caos, la violencia, la incertidumbre y el miedo.


El detonante inicial de esta crisis fue el aumento del pasaje de subte. Sin embargo, la suspensión de esta medida no calmó el malestar de los manifestantes quienes, no solo multiplicaron sus protestas, sino que además desafiaron abiertamente el toque de queda y el Estado de Emergencia impuestos por el gobierno.


Poco a poco el transporte público de colectivos comenzó hoy a retomar el servicio en algunas de las principales ciudades del país como Santiago y Valparaíso, aunque en menor número al habitual y en alerta por posibles nuevos actos de violencia y represión.


Las ciudades en Estado de Emergencia -Santiago, Concepción, Valparaíso, Rancagua, La Serena y Coquimbo- amanecieron con militares en las calles desiertas.


En el aeropuerto de Santiago, una gran parte de vuelos debieron ser cancelados debido a que muchos trabajadores no pudieron llegar por la falta de transporte. Cientos de turistas y chilenos estaban varados hoy a la espera de definiciones.


Sin embargo, la intendenta de la Región Metropolitana, Karla Rubilar, informó a través de su cuenta de Twitter que ya hay más de 1.000 colectivos del Transantiago en circulación y se mostró optimista de que, gradualmente, el servicio se reanudará por completo.


En tanto, desde las 9 de la mañana se reabrió el principal paso fronterizo entre Argentina y Chile, Paso Los Libertadores, que se mantuvo cerrado durante el toque de queda.


En cambio, el Metro Valparaíso, el tren que conecta toda la región metropolitana de esa región, anunció que no reiniciará el servicio y lo mismo informaron las autoridades de los servicios de colectivos y subtes de la ciudad.


A las 14, el gobierno tiene una reunión programada con representantes del Poder Judicial para analizar la situación y, a primera hora de la mañana, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, y el general Javier Iturriaga, designado por Sebastián Piñera como jefe del estado de emergencia nacional, llegaron al Palacio de la Moneda para encontrarse con el mandatario.


En el comunicado que informó ayer del toque de queda, el primero desde 1987, el gobierno aseguró que "la vigencia de la norma será evaluada de forma periódica", por lo que no está claro si se repetirá esta noche.


La escalada de violencia del día de ayer continuó a lo largo de la madrugada, pese al toque de queda y el Estado de Emergencia declarado en parte del país.


Pasada la medianoche, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, extendió el toque de queda de Santiago a las ciudades de Valparaíso y Concepción, y luego el Jefe de la Defensa Nacional designado Piñera, el general Javier Iturriaga, expandió el Estado de Emergencia a otras tres comunas: Coquimbo y La Serena, en el norte de Chile, y Rancagua, en el centro.


Además, el ministro de Defensa, Alberto Espina, adelantó a la prensa que a partir de hoy desplegarán 1.500 militares más para alcanzar los casi 9.500 prometidos para patrullar Santiago, Valparaíso y Concepción.


Esta mañana, estas tres ciudades amanecieron con una fuerte presencia militar en las calles, lo que se hará aún más visible con el correr de las horas.


En la misma conferencia de prensa, la intendenta de la Región Metropolitana (Santiago y sus alrededores) informó que tres personas fallecieron en el incendio de un supermercado en la capitalina comuna de San Bernardo.


"No tenemos información clara en qué circunstancias (…) No tenemos claridad si eran personas que estaban alterando el orden público o si eran personas que estaban trabajando en el lugar, necesitamos mayor información”, aseguró la funcionaria.


Cientos de personas fueron detenidas durante la noche, pese que aún no hay cifras oficiales.


También se registraron incendios y saqueos en locales comerciales y supermercados, tanto en Santiago como en Valparaíso y Concepción, aunque también en otras ciudades como Antofagasta y Coquimbo, donde todavía no se ha decretado el toque de queda.


También hubo disturbios en Valdivia, Rancagua, Punta Arenas y muchas otras ciudades de Chile, donde el aumento del precio del boleto del Metro (subte) de Santiago ya no es la mecha que enciende las protestas y el descontento, como afirman los propios manifestantes.


Filas para conseguir nafta y comida entre cacerolazos


El día después de los mayores brotes de violencia social desde la vuelta a la democracia en Chile en 1990 tuvo distintas caras en la ciudad de Santiago, en donde se pudo ver desde enfrentamientos de manifestantes con carabineros, cacerolazos pacíficos y largas filas para conseguir nafta y comida hasta, en el otro extremo, personas que paseaban como en cualquier domingo primaveral.


En las calles céntricas, el alumbrado público, los semáforos, las vallas y los bancos de las plazas y los carteles publicitarios muestran las huellas de un día de furia que arrasó con todo a su paso.


También hay en algunas esquinas restos de barricadas incendiadas, que fueron usadas anoche por los manifestantes que desafiaron a las Fuerzas Armadas, que tenían el control de la seguridad y el orden público, por el decreto de Estado de Emergencia del presidente Sebastián Piñera y el posterior "toque de queda".


Pese a que esa medida prohíbe el normal desplazamiento de las personas, las manifestaciones no se detuvieron.


Fue inevitable recordar los años de la dictadura de Augusto de Pinochet (1973-1990) con la presencia en las calles de militares, que no solamente custodian los puntos críticos de la ciudad -centros de reunión de manifestantes y todas las estaciones del subte-, sino que además patrullaban las calles con tanquetas y jeeps, en todos los casos repletos de efectivos uniformados y fuertemente armados.


En la emblemática y capitalina Plaza Italia los manifestantes desafían a las fuerzas policiales y militares, que procuran dispersarlos con gases lacrimógenos, y apenas un rato después los grupos vuelven a la carga, en una acción que lleva ya horas.


En esta plaza y en los alrededores se pueden ver y oler los restos de los enfrentamientos, del mismo modo que se confirma ímpetu de los manifestantes, que pese a la amenazante presencia de las fuerzas de seguridad, se mantienen firmes con cánticos y saltos.


El reclamo ya va hasta la renuncia de todo el gobierno, lo que confirma que lo que se inició como una revuelta por el alza del precio del boleto del subte -ya dejado de lado- ahora sumó otras demandas, entre ellas el fin de la corrupción de la clase política y el combate a la tremenda diferencia económica que reina en Chile entre los poderosos y los simples trabajadores.


En estas marchas, la mayoría son jóvenes, que llegan con amigos y pareja, con pañuelos en el cuello. "Tenemos que traer estos pañuelos no para taparnos la cara como si fuéramos encapuchados, sino que para protegernos de los gases", explicó Elisa a la agencia Telam.


La pareja de Elisa, que prefirió no dar su nombre, promete que se quedarán en la Plaza Italia aunque los carabineros los apaleen y los detengan. "No nos vamos a ir: queremos respuestas del gobierno", remata.


Otro joven lleva un cartel que reza: "El robo y el saqueo lo hacen ustedes, HDP". Y le grita a este cronista: "basta de acusar al pueblo de los robos y saqueos; hace años que los políticos y los ricos nos roban todos los días".


Los manifestantes también amenazan con marchar hasta el Palacio de La Moneda, a unos 3 kilómetros, pero Carabineros y militares tienen orden de no dejarlos pasar, lo que acrecienta la tensión, igual que cuando comienzan las detenciones y los intentos por burlar el control de las fuerzas.


Otra cara de las manifestaciones se pudo ver en la comuna de Ñuñoa, donde miles de personas se congregaron en la plaza principal, pero aquí con un llamado al diálogo y a que se terminen los enfrentamientos y la violencia.


En esta manifestación no hubo personal de las fuerzas policiales para resguardar el orden público, aunque no se sabe que pasará en las próximas horas.


Los manifestantes, en este caso en familia y provistos de carteles, cantan por el retorno a la normalidad, pero con respuestas del gobierno, para que las causas que llevaron a estas revueltas comiencen a solucionarse, "como el alto costo de la salud, la educación, los robos de Carabineros y militares, la corrupción de los políticos y la constante burla de los ricos de este país, que nos meten la mano en el bolsillo mientras ellos se enriquecen cada vez más", según relató Carlos, vecino de la comuna.


Una mujer se acerca y suma su reclamo: "no se olviden de las AFP (Administradora de Fondos de Pensiones), que nos prometieron jubilar con el 70% del sueldo y lo único que recibimos son pensiones insignificantes que no nos alcanzan para vivir".


En cambio, en las comunas de Las Condes y Vitacura, tradicionalmente acaudaladas, se vive una normalidad que llama la atención, como si nada hubiera ocurrido en la ciudad, con niños en las plazas, parejas paseando y jóvenes andando en bicicleta.


Lo único llamativo en estas comunas son las largas filas en las estaciones de servicio y en los pocos comercios abiertos, para abastecerse de combustible y alimentos.


Según los operadores de las estaciones de servicio, el abastecimiento de combustible está asegurado, y aún así las filas se alargan a medida que pasan los minutos por miedo a que la nafta no alcance.


Las filas para comprar comida se dan frente a los comercios atendidos por sus propios dueños, ya que los supermercados y grandes tiendas están cerrados por la falta de transporte público en la ciudad, sumado a la falta de seguridad y el miedo a los saqueos e incendios.


En un rato habrá comenzado un nuevo toque de queda hasta las 6 del lunes en Santiago, con la restricción a la libertad de desplazamiento. Pero las movilizaciones no parecen cesar. Habrá que ver entonces la respuesta de los militares, que hasta acá no ahorraron palos ni golpes.

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