21/03/2019

Para la Justicia es “cleptómana” y eso la transforma en inimputable. Tiene 61 registros penales como imputada, en la mayoría de los casos por robar carteras.


Hoy cuenta con 68 años y vive en Balcarce. E.M. (sus verdaderas iniciales) es una señora amable, con familia, suele vestirse bien, tiene un trato cordial. Pero posee una condición que la ha hecho meterse en serios problemas en las últimas dos décadas de su vida. No puede parar de robar. Es una pulsión. Es un destello incontrolado. La Justicia no tiene una solución para su caso y en esa imposibilidad se va la frustración de sus decenas de víctimas.


Días atrás se conoció un video publicado por un comercio de frutas y verduras de Independencia al 1000. Allí se la ve en plena faena. Una mujer elije algunos productos de la góndola con el carro a un costado, casi detrás. Dentro del carro está su cartera. E.M., con atuendo propio de una señora jubilada, se acerca en el extremo del sigilo y comprende que allí está su objetivo. La cartera de cuero rojo y negro. En un movimiento ya memorizado por cada uno de sus músculos, toma la cartera, la desengancha de donde esta colgada, gira y huye.


Eso sucedió el martes último, a las 20, en momentos en que se dirigía hacia la terminal a tomar un micro que la retornaría a Balcarce. Horas antes había mantenido una audiencia en Tribunales por causas anteriores, todas ellas culminadas de la misma manera: libre por inimputable.


Un cuarto de siglo atrás


La historia de E.M. se remonta a mediados de la década del ’90 cuando, sin ninguna necesidad económica, comenzó a sentir el incontenible deseo de hacerse de carteras ajenas. Porque su debilidad son las ajenas de otras mujeres. No tiene objetivos superiores. Solo apropiarse de carteras.


Antes del 2001 ya había sumado algunas condenas por el delito de hurto o tentativa de hurto.
Desde entonces se acumulan 61 causas o registros donde E. M. figura como imputada. Salvo un expediente donde el delito es daño y otro por amenazas, los demás son robos de carteras.


El 8 de noviembre de 1995 o el 26 de agosto de 1999 en Balcarce, el 30 de agosto de 2000 en Tandil, el 6 agosto de 2008 en Mar del Plata identificándose como María Inés Martínez, el 22 de marzo de 2002, el 23 de abril de 214, el 9 de junio de 2005 una vez más en Tandil, el 26 de agosto de 2017, el 28 de noviembre de 2002, el 22 de febrero de 2014, el 19 de abril de 2003, el 24 de julio de 2003 en Tandil, el 4 de abril de 2006, el 27 de diciembre de 2010.


Podría seguirse por un prolongado espacio: el 25 de mayo de 2013, el 5 de junio de 2015, el 24 de marzo de 2007, el 3 de febrero de 2010, el 12 de noviembre de 2004… Todas fechas de inicios de causas por robos de carteras o bolsos.


Días atrás, el fiscal Leandro Arévalo la volvió a imputar y la llamó a declarar en el marco de la audiencia del artículo 308, es decir lo que antes se conocía como declaración indagatoria. Pero E.M. se negó a hacerlo por consejo de su abogado Lucas Tornini, quien la asiste desde el año 2001.


Para el letrado, todo tiene una explicación que ya fue confirmada por tres peritos de tres departamentos judiciales diferentes, entre ellos el eminente Guillermo Luján. Según él, E.M. padece una patología de Trastorno de Control de los Impulsos en la modalidad Cleptomanía, teniendo la necesidad patológica del arrebato o del hurto de objetos, carteras, con una carga impulsiva que no puede controlar que al producirse el hecho, esta misma situación de respuesta impulsiva la liberta de la ansiedad y angustia que experimenta previamente


“Hay un dictamen que asegura que padece un trastorno que hace que, aunque comprende la criminalidad de sus actos, no puede dirigir sus acciones”, señaló Tornini en diálogo con LA CAPITAL. De hecho, lo que dice Tornini encuentra relación con diversos fallos, como el de diciembre de 2014 en el que se la declara “inimputable” y se la sobresee en la instancia de resolución de una prisión preventiva.


Nacida un 15 de septiembre de 1950, E.M. es costurera y se dedica a confeccionar trajes para novias en Balcarce. En esta etapa de su vida ya es jubilada y trabaja poco. Pero tiene ingresos por rentas. “Cuando está con su medicación es un ser adorable, se puede charlar sin problemas. Pero cuando no, pierde las referencias y comete estos actos”, señala Tornini.


Si la detuvieron más de 60 veces, otras tantas la descubrieron las víctimas y fue atacada a golpes. En las redes sociales la gente cuenta anécdotas al borde de la verosimilitud: “Me robó en la iglesia de Güemes cuando entraba mi prima para casarse”, “la saqué de Bonafide dos y se me ofendió” o “robaba en la entrada y salida de los teatros”. La propia Justicia define sus actos como bizarros y pueriles, sin estrategia ni mecanismos defensivos, e implica un riesgo para sí ante una reacción desmedida de quienes se sientan ofendidos por el hecho”.


Ahora el fiscal Arévalo propone una vez más revisar su caso ante un nuevo robo. Por lo pronto, las resoluciones anteriores tienen un peso importante y la edad avanzada de E.M., las complicaciones en su salud y los informes psiquiátricos parecen inclinar la balanza a su favor.


 


 


Fuente: La Capital Mar del Plata

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