22/08/2017

Según versiones, en los interrogatorios los apresados dijeron que uno de los blancos era el famoso templo La Sagrada Familia, obra maestra de Gaudí y símbolo de la ciudad.


Tres presuntos miembros de la célula yihadista responsable de los atentados que causaron 15 muertos en Cataluña fueron encarcelados ayer y un cuarto liberado, informó una fuente judicial.


Los cuatro sospechosos comenzaron a declarar ayer ante la Audiencia Nacional en Madrid y confesado que su propósito era cometer grandes atentados con explosivos de gran poder en templos y monumentos de la capital catalana.


El juez ordenó encarcelar provisionalmente a Mohamed Houli Chemlal, español de 21 años y a Driss Oukabir, marroquí de 27 años. El primero habría pertenecido al grupo directamente involucrado en la preparación de objetos explosivos, en la casa de Alcanar, al suroeste de Barcelona.


El segundo alquiló a su nombre la furgoneta lanzada a toda velocidad contra la multitud en Barcelona que causó 13 de los 15 muertos en los atentados.


El juez encargado de la investigación, Fernando Andreu, decidió dejar libre a otro sospechoso, Mohamed Aalla, cuyos indicios de culpabilidad son escasos, aunque sigue imputado, según el dictamen sobre su caso. Lo puso bajo control judicial. El magistrado también prefirió investigar más para decidir si libera o no al cuarto sospechoso, Salh El Karib, dándose tres días para tomar su decisión. Él habría comprado pasajes aéreos para dos miembros de la célula.


Dudas del juez


Respecto a Mohamed Aalla, no hay “constancia alguna de que haya participado” en los “hechos investigados, excluyendo dicha titularidad (del vehículo) aparentemente formal”, añade el juez. Aalla sigue imputado, pero sin acusación formal contra él, contrariamente a los dos primeros, que son sospechosos de asesinatos en empresa terrorista.


Mohamed Aalla fue detenido el viernes pasado como propietario de un auto Audi A3 utilizado en Cambrils por su hermano menor de 19 años y cuatro otros hombres.


El juez parece indicar que hay dudas en torno a Mohamed Aalla, y prefiere investigar más el caso de Salh El Karib, lo que podría reducir el número real de miembros de la célula a 10 y no 12, como se dijo inicialmente.


El primer procesado en el banquillo fue Mohamed Chemlal, marroquí de 22 años, integrante del desarticulado grupo terrorista de la pequeña ciudad de Ripoll. Era uno de los jóvenes que se radicalizaron y decidieron autoinmolarse tras ser captados, adoctrinados y dirigidos por el Imán de la Mezquita local Abdelbaki Es Satty, marroquí de 43 años.


El religioso, cerebro de toda la operación, pereció en la explosión del Chalet en la localidad de Alcanar, centro operativo de los terroristas, cuando dirigía la construcción de detonadores que iban a ser utilizados junto a 125 garrafas de gas butano. El religioso, según precisó el terrorista al declarar, les había comunicado que, cuando se produjera el o los grandes atentados, se inmolaría con explosivos.


Mohamend Chemlal declaró ante el Alto Tribunal durante una hora, enfundado en un pijama del hospital en el que fue internado, gravamente herido cuando detonó “la madre de Satán”, el explosivo favorito del Estado Islámico  presente en sus sitios de la web. Chemial.


Los Mossos han insistido en que, pese a la sangrienta matanza terrorista del jueves último y los otros crímenes que provocaron 15 muertos y unos 150 heridos, los resultados de las acciones criminales pudieron haber sido “muchísimo más graves”.


El declarante sin duda habría identificado algunos de esos objetivos, como templos o monumentos, pero los detalles no se han hecho públicos ni figuran en la declaración. Algún medio mencionó al monumento más importante de Barcelona y uno de los principales de España, el templo de la Sagrada Familia, el lugar más visitado por los turistas, pero esta afirmación no ha sido confirmada ni figura en la declaración ante los jueces.


Sobre los objetivos de este atentado, el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, señaló que preparaban “uno o más atentados en Barcelona” con explosivos. Preguntado sobre si uno de estos objetivos podía ser la Sagrada Familia, como se ha especulado, Trapero señaló que no podía dar detalles de la investigación sobre este punto.


El atacante caminó tres días solo y de noche


Younes Abouyaaqoub murió en el acto. Con los ojos abiertos. Y el rostro desfigurado por el impacto de las balas. Hacía cuatro días que iba prófugo, dejando detrás el infierno en las Ramblas de Barcelona, donde mató a 13 personas y luego acuchilló a otra.


Murió bajo las balas de los Mossos, tras amenazar con volarse con un chaleco bomba que era falso.


Parecía un ermitaño. Iba sucio, pero en estos cuatro días fugado se había cambiado de ropa. Llevaba otra camiseta, una camisa encima, y un pantalón. Piezas distintas a cómo vestía el día de los atentados. Debía saber que las cámaras de seguridad o los testigos lo describirían con su chomba a rayas y se deshizo de ella. No llevaba mochila, ni bolsa, ni teléfono, ni dinero. Sólo tres armas blancas: un par de cuchillos y una navaja. Dos de los utensilios envueltos en un papel de plástico. Tenía 22 años.


Lo único que conservaba del día de los atentados eran los lentes de sol enormes, una falsificación de un modelo de Ray Ban, que en su momento ayudaron a identificarlo, y que le cubrían media cara.


Ahora toca rehacer sus pasos. Intentar dibujar sobre el mapa de Cataluña los 34 kilómetros aproximados que separan las poblaciones de Sant Just de la de Subirats. Los pudo hacer a pie. Esa es la tesis por la que anoche se inclinaban los Mossos.


Younes Abouyaaqoub huyó solo, y a pie, caminando de noche y escondiéndose de día para descansar. Es cierto que en Sant Just Desvern, ese jueves, el vecino que lo vio abandonar el Ford Focus de Pau Pérez lo oyó hablar por teléfono en árabe. Pero, ¿quién podía ayudarlo? Ya no le quedaban compañeros de célula. Todos estaban detenidos o muertos. Hasta su hermano, menor de edad, había sido abatido en el coche de Cambrils.


El domingo su madre le pidió a través de los medios de comunicación y entre lágrimas que se entregara, que prefería verlo en la cárcel, que muerto. Quizás nunca la oyó, ni supo que también su hermana y una prima, junto a otros musulmanes de Ripoll, se manifestaron mostrando su rechazo a la violencia y lamentando la deriva asesina y suicida de ese grupo de jóvenes.


 


Fuente: Agencias - Clarín


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