Javier Monzón, de 19 años, fue ultimado en la calle en medio de un tiroteo infernal en el barrio Las Delicias, en la zona sur. Estaba acusado del crimen del padre del Pollo Bassi. Desde hace tiempo lo buscaban para matarlo.
Javier Monzón tenía 19 años y pasó gran parte de su vida con un arma en la mano, disparando y esquivando balas. Se dedicaba a matar a los que apuntaban sus jefes de la banda de los Monos. Ayer a la tarde lo señalaron a él. Javito fue asesinado en plena calle de barrio Las Delicias de 18 balazos tiros, tras ser interceptado por dos autos, desde donde hicieron 50 disparos. La policía cree que los atacantes usaron una ametralladora FMK3.
Las balas no sólo mataron a Monzón, sino que dos jóvenes que lo acompañaban están internados en grave estado y un pibe que tomaba una Coca-Cola en un quiosco, a unos metros del lugar, la ligó de rebote, siendo espectador y víctima de la violencia que aflora a borbotones cada tanto en Rosario.
Javito había sido blanco de un ataque el 22 de abril pasado. En aquella oportunidad la emboscada que le hicieron en la zona sur terminó con la vida de su acompañante Juan Gutiérrez, de 38 años, quien manejaba un Ford Focus. Gutiérrez recibió 13 disparos y murió unos días después en el HECA. El 1º de abril pasado, otro sicario de los Monos, apodado ‘Diablito‘ compañero de Javito fue baleado por dos hombres en moto el 1º de abril pasado. Una bala le rozó la médula y quedó parapléjico.
Autos abandonados
Poco después de que Monzón fuera acribillado, la policía encontró dos autos abandonados que, se presume, fueron utilizados para el ataque. Los uniformados destacaron que se trata de un Fiat Punto y un Volkswagen Bora, este último se encontraba chocado cerca de la comisaría 14ª.
Iara, de 18 años, pareja de Monzón contó según publicó el diario El Ciudadano cómo acribillaron a su novio, con el que vivía desde hacía cuatro años. “Vinimos a visitar a un amigo. Él se bajó del auto y yo esperé arriba con mi hermanita. Apenas se bajó a hablar con el amigo, frenó un auto claro con vidrios polarizados y empezaron a disparar desde adentro. Javito me gritó que nos tiremos al piso y corrió hasta una chata que estaba estacionada. Ahí uno se bajó, lo siguió y le dio un tiro en la pierna. Cuando cayó le descargó un montón de tiros”.
“El pibe que lo corrió estaba encapuchado, con campera negra, visera blanca y un diente de lata. Yo no lo conocía, pero de su cara no me olvido más. Se va a pudrir en la cárcel”, dijo Iara parada al lado del cadáver de su pareja, cuyo apodo lleva tatuado en un hombro: “Javito vivo por ti y para ti”.
Monzón estaba en la mira desde el asesinato de Luis Bassi, padre de Pollo, quien fue ultimado por dos jóvenes el 23 de octubre de 2014 en la vereda de la remisería Cinco Estrellas, de Villa Gobernador Gálvez. En esa esquina fueron asesinados entre diciembre de 2013 y febrero de 2014, Leonardo y Maximiliano, dos hijos de Bassi. Detrás de estos ataques se sospecha que estaban los Monos. Y uno de los eslabones de la mano de obra para estos crímenes era Javito.
El raid de venganzas entre los Bassi y los Monos lleva un recorrido de casi tres años y más de 20 muertos. Comenzó con el asesinato de Claudio Pájaro Cantero, el 26 de mayo de 2013. Y nunca paró. Por ese homicidio está detenido Luis Pollo Bassi en la cárcel de Piñero.
Las venganzas fueron el combustible que alimentó los engranajes de los grupos narco en Rosario para demostrar poder de fuego, para contestar con ese lenguaje que redunda en violencia extrema. La guerra entre dos bandos enfrentados, como Los Monos y los Bassi, recrudece cada tanto, con ataques cruzados, muertos, baleados y heridos, de uno y otro lado. La policía y la Justicia van detrás de los hechos, y juntan los cadáveres.
Los muertos de uno y otro bando se multiplican, y son el resultado de una disputa que tuvo su génesis en un conflicto jurisdiccional por la venta de drogas, que rompió la armonía entre antiguos aliados. Porque hace más de tres años, los Bassi y los Cantero se unieron para conseguir la hegemonía de la barra brava de Newell’s, después de que quedara vacante tras el crimen de Roberto ‘Pimpi‘ Camino. Pero la amistad duró poco. Los Monos intentaron ampliar su negocio a Villa Gobernador Gálvez, territorio de los Bassi.
CABA: tres años de prisión efectiva por robar cerveza
Un tribunal oral condenó a la pena única de tres años de prisión a un hombre que robó una botella de cerveza y ropa por algo más de 900 pesos de un supermercado pero fue descubierto por el encargado de seguridad en el barrio porteño de Palermo.
La pena por ese hecho fue de tres meses de prisión de cumplimiento efectivo, pero como el imputado ya registraba una condena anterior por un hecho similar, la pena le fue unificada en tres años, a cumplir.
El condenado, Eusebio Leonardo Ledesma, aceptó la pena mediante el mecanismo de juicio abreviado (reconoció su responsabilidad a cambio de una pena menor a la que podía corresponderle en un juicio oral) y permanece detenido en Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad de Buenos Aires, un penal de alta seguridad situado en la calle Bermúdez al 2600, de Villa Devoto.
Ledesma fue condenado por “haberse apoderado ilegítimamente, con fuerza en las cosas, de una botella de cerveza de la marca Corona; dos censores (sic) de alarmas; una prenda de vestir tipo boxer de color negro, con la inscripción ‘Wilson‘; un pantalón tipo vaquero marca ‘Wrangler‘; un rotulo de jean de la marca Hero; una camisa de mangas largas de color turquesa con rayas azules y un reloj de mesa que reza ‘Parson‘ “.
Los hechos ocurrieron el 21 de septiembre de 2015, a las 11:15, en el interior del supermercado Jumbo, ubicado en la intersección de la Avenida Intendente Bullrich y Cerviño, de esta ciudad.
La conducta del condenado fue advertida cuando tomó de una heladera una botella de cerveza de “la marca Corona, para luego abrirla y proceder a beberla”.
El encargado de seguridad del local advirtió la situación y cuando Ledesma intentaba retirarse del local comenzaron a sonar las alarmas, por lo que un policía procedió a detenerlo.
Así, le fueron hallados los elementos sustraídos que disimulaba entre sus ropas y que, según el reporte del supermercado, tenían un valor comercial de 971,18 pesos.
Fuente: El Litoral - DyN